Poco más se puede añadir sobre la figura de James Joyce y de su obra que ya no se haya dicho.
Este autor nacido a finales del siglo XIX y encumbrado al olimpo de los escritores, escribió desde su exilio voluntario perpetuo, las más vívidas y críticas páginas sobre su Irlanda natal.
James Joyce es conocido sobre todo por una obra cumbre en la literatura universal: Ulises. Pero en este caso, voy a hacer una pequeña reseña de otra de las obras fundamentales de su bibliografía: Dublineses.
Lejos de la complejidad y de la experimentación literaria que caracterizan a Ulises, en Dublineses nos encontramos con un libro sencillo de leer, accesible y con una prosa sencilla y mesurada. Es por ello, un excelente libro para acercarse por primera vez a la obra de Joyce.
Dublineses (Dubliners) está formado por 15 relatos cortos centrados en la ciudad de Dublín, la cual constituye el único nexo que une a las diferentes historias narradas. Estos relatos fueron publicados de forma separada por Joyce a lo largo de los años y de forma conjunta en 1914 después de sufrir grandes dificultades editoriales.
Joyce narra, a través de diversos relatos de corte costumbrista, la vida cotidiana de los dublineses de principios del siglo XX. Con un lenguaje sencillo pero al mismo tiempo lleno de matices, nos acerca a las vidas de diversos personajes que abarcan un amplio arco social, ya que van desde los suburbios de la ciudad del Liffey hasta las clases altas y acomodadas. El tópico de “retrato de época” se queda corto ante la rotundidad de las historias de Dublineses. Joyce nos sumerge en lo más profundo de la vida urbana irlandesa, y sobre todo ahonda en las miserias de su cotidianeidad. Usa el doble sentido para poder hablar de aquello que en su época no se podía tratar o que resultaba demasiado polémico. Sus personajes son complejos, contradictorios, amables, malhablados, egoístas, pero sobre todo, humanos.
Los temas que nos encontramos en Dublineses son muy variados: la religión, la política, la infancia, la moral pública o el matrimonio entre otros muchos. Cada relato cuenta un aspecto diferente de la vida y de la sociedad ya que Joyce es capaz de dotar de un gran realismo a las historias que conforman el libro.
Como he dicho antes, Dublineses es un libro sencillo y accesible, de eso no hay duda, pero ello no quita que una de las características de estos relatos sean (como ocurre de forma latente en todas las obras de Joyce) el trasfondo del mensaje. Bajo la apariencia y la premisa de simples anécdotas, estas historias cotidianas dublinesas son capaces de explicar mucho más. Por poner un ejemplo, a través de simple un paseo por Grafton Street en el que Joyce nos narra los comercios y a la muchedumbre paseando, puede a la vez detallarse cómo es la realidad política de una Irlanda dominada por los designios de Inglaterra y sometida a las contradicciones entre católicos y protestantes. Es por lo tanto estimulante, en muchos casos, una relectura de los relatos y un análisis profundo de ellos para extraer todo el mensaje que quiere transmitir Joyce.
En definitiva, Dublineses es un libro muy recomendable si se quiere conocer el alma de la Irlanda de principios del siglo XX, a la vez que constituye un interesante compendio de las realidades de la condición humana.
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